Atrás quedó Sydney...Australia. Todas sus carreteras, sus cataratas, sus paraísos...Me llevo todas y cada de una de esas imágenes que ni siquiera las cámaras de fotos son capaces de almacenar...Me quedo con todos esos olores, esas sensaciones, esas vivencias, en definitiva, que nunca podré compartir con nadie porque seré incapaz de plasmarlo en un papel o soltarlo en una conversación con los familiares o amigos que se preocupen por lo vivido y me inunden a preguntas. Y es que soy mal conversador y aún peor narrador de historias. Soy incapaz de ver y darles el valor que los que se interesan sí les dan...y me escondo en la humildad y el silencio de mis palabras.
Atrás ha quedado Jakarta, con su caos total como medio de vida. Suciedad, pobreza absoluta, miseria, conviven con oasis de belleza creados por y para el turista, generando unas riquezas al alcance de muy pocos. En cierto modo me suena a España, de donde siguen llegando las voces de los iluminados de nuestra sociedad diciendo que es bueno bajarse los sueldos y las pensiones, mientras los suyos, los de los iluminados, y los beneficios de las empresas que presiden o aspiran a dirigir, siguen aumentando y subiendo, convirtiendo a nuestra sociedad en una Indonesia en potencia.
Después de atravesar el Ecuador y entrar en el hemisferio norte de nuevo, también hemos dejado atrás la región de Goa, allá por la India, donde no sabes si los hindúes tienen ese color o es la falta de agua la que los ha pintado así...
No repetiré los adjetivos de la parada anterior, pues son los mismos...Más imágenes de un mundo desigual e injusto hasta límites insospechados...
Rumbo al Mar Rojo y al Canal de Suez, para adentrarnos en el Mar Mediterráneo...con ganas de llegar al final de este embudo y salir por la parte estrecha, del estrecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario